Reseña Realizada Por Sebastián García
Las comparaciones son inevitables así que comenzaremos esta reseña sin darle vueltas al asunto: Wild Hearts es un juego tan fuertemente inspirado en Monster Hunter que muchos lo van a describir como una copia o un clon.
Es cierto que tienen muchos elementos en común, tal vez demasiados. Pero hay aspectos en los que este título logra superar a las obras de Capcom y no nos sorprendería que muchos de sus seguidores, especialmente aquellos que extrañan Monster Hunter World, decidan “cambiar de equipo”.
Omega Force, el equipo de Tecmo Koei que desarrolló este juego, no es un extraño en el mundo de los juegos de cacería. Aunque son principalmente conocidos por su trabajo en la saga Dynasty Warriors y sus múltiples ‘spin-off’, ellos son los responsables de Toukiden.
Este fue uno de los primeros títulos que trataron de hacerle competencia a los juegos de Capcom. No tuvieron éxito en ese momento, pero han adquirido mucha experiencia desde entonces.
Si no están familiarizados con Monster Hunter, en esta reseña vamos a describir Wild Hearts sin asumir que han probado un juego como este antes. El objetivo de cada misión es derrotar un enorme monstruo que primero debemos rastrear. Los combates contra estos jefes son largos enfrentamientos que se pueden desplazar por todo el mapa. Una vez derrotado, podemos usar las recompensas para forjar armas y armaduras más poderosas con las que podemos enfrentar a nuevos monstruos en nuevos escenarios.
Nuestros rivales en este juego se llaman kemono, habitan una tierra llamada Azuma, inspirada en el Japón feudal. Tras un enfrentamiento que lo deja casi muerto, nuestro cazabestias protagonista —al que podemos personalizar en un detallado creador de personajes— despierta con su corazón reemplazado con una especie de máquina antigua. Esto le permitirá crear a voluntad los karakuri, poderosas herramientas de caza que le dan ventaja a la hora de buscar y doblegar a los poderosos monstruos.Los karakuri hacen que este juego sea algo especial.
Hay una impresionante variedad de ellos para usar tanto en medio de un enfrentamiento como durante la exploración de los mapas. Hay tres tipos. Los karakuri básicos sirven para ganar altura y atacar a los monstruos desde lo alto, anular sus ataques elementales, evadir rápidamente y mucho más. Si combinamos varios de ellos podemos crea karakuri de fusión con efectos más poderosos. Los usamos para detener la embestida de un kemono, interrumpir su vuelo o aplastarlo contra el suelo.
A simple vista, los karakuri no se diferencian mucho de las trampas y objetos de otros juegos de cacería, pero eso es porque no hemos mencionado los karakuri dragón. Estos son construcciones persistentes con las que prácticamente podemos personalizar los mapas. Podemos crear redes de tirolesas o catapultas que nos ayuden a recorrerlo rápidamente. Puntos de reaparición cerca de los combates con los kemono, radares para detectarlos en incluso decoraciones. Es interesante unirnos a la sesión de otros jugadores en línea y descubrir cómo han posicionado sus propios karakuri. Luego podemos ‘robarles’ sus ideas para hacer que los mapas de nuestro propio mundo sean más divertidos.
Es fácil describir a Wild Hearts como un “juego bonito”. Los mapas nos enamoraron de inmediato con su colorido y variedad de detalles. La estética de Japón feudal y mitológico resulta muy llamativa y este título la usa a la perfección en las armaduras, arquitectura y el diseño de los karakuri. Pero las verdaderas estrellas son los kemono. Combinar animales con fuerzas de la naturaleza no parece ser una idea muy original, pero las criaturas de este juego realmente se destacan por sus apariencias grotescas e impactantes.
Los kemono están a medio camino entre los espíritus de la naturaleza de una película de una película de Ghibli con monstruosidades de horror corporal. La mezcla de una rata con un árbol de cerezos suena tierna, pero la Sakurrata que enfrentamos al comienzo del juego es una aberración que parece imaginada por David Cronenberg.
La apariencia de estos monstruos encaja muy bien en la ambientación y temática del juego. Wild Hearts pone un énfasis muy fuerte en el choque de la naturaleza contra la evolución demográfica y tecnológica de la humanidad. Los kemono representan la forma en que el mundo cambió para protegerse a sí mismo de la destrucción por parte de los humanos.
Eso está representado en la misma jugabilidad con mecánicas como las sendas kemono y humana, que agregan o quitan habilidades a las armaduras de acuerdo a la forma en que las mejoremos. También se refleja en los escenarios, pues muchos de ellos tienen un aspecto apocalíptico: son asentamientos humanos abandonados y reclamados por la naturaleza.
Quienes vengan de otros juegos de cacería se acostumbrarán rápidamente a la jugabilidad. La estructura es prácticamente idéntica a la de los demás, aunque el ritmo de los combates sí es algo diferente. No lo decimos solo por los karakuri, sino por la forma en que funcionan las armas. Aunque son pocas en comparación con otros títulos —solo hay ocho— tienen funcionalidades radicalmente diferentes. Algunas resultan familiares —como la katana, la nodachi y el arco— pero también tenemos una poderosa sombrilla wagasa enfocada en los ‘parries’, la garra que nos permite combatir en el aire como salida de Attack on Titan y la vara que se transforma en cinco armas diferentes.
COMENTARIO FINAL
Aunque definitivamente le va a resultar difícil competir contra el rey del género de cacería, Wild Hearts va a ofrecer una lucha muy reñida. Este es un excelente título con mucha personalidad y monstros memorables que nos va a tener ocupados durante docenas o tal vez cientos de horas.
Durante nuestras partidas en PS5 encontramos algunos 'bugs' y unos pocos problemas técnicos, pero seguimos fascinados con la belleza de Azuma, la versatilidad de los karakuri y no podemos dejar de luchar contra los kemono en busca de ese 'build' perfecto. Perfecto para fanáticos de Monster Hunter que quieren algo diferente pero con el mismo espíritu y para quienes quieren iniciarse en los juegos de cacería de monstruos gigantes.