Por Arturo Santillan
En palabras de Pedro Almodóvar, “la historia de Dolor y Gloria muestra a un hombre a sus 60 años, varado en el sofá de su casa por una depresión provocada por diversas causas: la edad (formado en los ochenta, está acostumbrado a vivir siempre juvenil y explosivamente), una severa operación de espalda que le provoca múltiples dolores y le impide moverse como antes, la sensación de que su pésima forma física le impedirá volver a rodar una película y el aislamiento al que él mismo se ha condenado (si dejas de contestar al teléfono y de llamar, en dos años se olvidan de ti).
Salvador Mallo, así se llama, recuerda su infancia y los últimos meses de la vida de su madre, a la que cuidó y que le dejó un recuerdo amargo. En las relaciones materno-filiales siempre hay silencios, es un modo de respetarse mutuamente y evitar problemas”.
Semillero de Goyas
Al ver la película notamos una característica que es esencial en los filmes de Almodóvar: la figura maternal; aquí es donde viene uno de los grandes aciertos de la película: Penélope Cruz, quien nos da una cátedra de actuación y transmite ese sentimiento maternal que ya habíamos venido viendo en “Volver” y es que es ahí donde el director manchego ha sacado los mayores dotes de la actriz.
Ya entrados en las actuaciones, como bien titulamos esta nota Dolor y Gloria es un semillero de Goyas ya que el protagonista de esta historia es Antonio Banderas (ganador de un premio en Cannes por su actuación en este film). Bandera nos regala, quizá, la mejor actuación de su carrera como claro alter ego Almodovariano y es que después de varios filmes juntos, es de entenderse que el actor comprenda cada gesto, cada guiño o cada broma del director.
Una cosa más a reconocerse dentro del tema de las actuaciones, es aquella escena de Asier Exteandia quien logra erizarnos la piel en la escena donde recita ese discurso que le es entregado por Mallo.
El dolor y sus colores
La estética de sus películas se basa en el uso exagerado de los colores ácidos y los colores primarios (verde, azul y rojo). Respecto a la utilización de este último color, el director afirma: “El rojo está siempre presente en mis películas. El rojo en la cultura china, es el color de los condenados a muerte. Esto lo convierte en un color específicamente humano, ya que todos los seres humanos están condenados a morir. Pero el rojo es también, en la cultura española, el color de la pasión, de la sangre, del fuego”.
En Dolor y Gloria se impone el rojo del dolor, el dolor que se apodera del cuerpo y la mente de su protagonista tratando de explicarse cómo funciona la conexión de sus emociones con sus afectos. Podemos ver que en Dolor y Gloria hay más de la primera (dolor) porque aunque no hay tragedias, hay grandes penalidades del espíritu que son las que más calan al ser y una serie de heridas no físicas que, entendemos, hay que afrontar.
La gloria
La gloria se percibe hacia Mallo con el reconocimiento que tiene por sus años como director, a esa admiración innegable hacia su trabajo, a que a pesar de ese dolor puede regocijarse en ciertas glorias y a que tras varios años de inactividad laboral puede subsistir.
Necesario para este punto, mencionar la aparición de la madre anciana, quien da la instrucción de que a su muerte quiere ir descalza y que va bien si entendemos que pisará un paraíso infinito, lleno de gloria.
Y que mejor gloria para el espectador que ver este entrañable trabajo, si con ausencia de una chica Almodóvar, como estamos acostumbrados, pero sí también con un gran fruto… trabajo del director manchego.
CALIFICACION: 9.5/10
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